viernes, 25 de febrero de 2011

LOS MATERIALES EDUCATIVOS Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO



LUZ CHAPELA

Antes de comenzar, me parece importante explicar que, lo que aquí presento, está pensado desde el pensamiento complejo.
Podemos ver el pensamiento complejo como una herramienta que nos permite comprender mejor la realidad. El pensamiento complejo identifica una noción y la descompone para hacer aparecer, uno a uno, los elementos que la constituyen, para analizarlos uno a uno, para nombrarlos y darles significados y sentidos específicos y propios a cada uno de esos elementos. Después, el pensamiento complejo religa los elementos que separó, los interrelaciona y los hace formar parte de un todo que, más allá de los nombres y sentidos de cada una de las partes, tiene nombre y sentido propios.
Por ejemplo, usando el pensamiento complejo, podemos ver que el cuerpo humano es una noción y que esta noción está constituida por muchos factores diversos y complementarios: elementos químicos y eléctricos, códigos genéticos, células, tejidos, órganos, haberes y deberes, cajas y cavidades, ductos y estructuras, mensajeros y receptores, bombas y fuelles, funciones y relaciones… Podemos desligar los elementos que forman al cuerpo para pensarlos uno a uno y en distintos niveles: núcleo, flujo, neurona, sinapsis, corazón, impulso, respiración, huesos o combustión, según queramos. Luego, cuando religamos todos los elementos, podemos volver a pensar nuevamente en la noción de cuerpo.
El pensamiento complejo desata las ligaduras que forman una noción (o un sistema de nociones), las analiza, las comprende una a una y las religa luego. El pensamiento complejo no se detiene, liga y religa de manera constante.
Cuando reflexionamos en torno a la construcción del conocimiento, el pensamiento complejo resulta de gran ayuda. Entre otras cosas porque las personas tenemos inteligencias múltiples (racional, emocional, lingüística, quinestésica…) que utilizamos de distintas maneras al construir conocimientos. O porque no aprendemos a partir de cero, aprendemos con sustento en lo que ya sabemos, siguiendo los paradigmas de nuestras culturas y lenguas, de acuerdo con nuestras necesidades y prioridades, en relación con nuestros entornos, en busca de respuestas para nuestras preguntas, como resultado de las deliberaciones que establecemos entre pares, al impulso de nuestros anhelos…
Al estudiar los procesos de construcción de conocimientos el pensamiento complejo también resulta útil porque, como sabemos bien, podemos comprender mejor la realidad si la estudiamos desde la interdisciplina. Los epistemólogos nos dicen que ya no podemos analizar las cosas del mundo desde una disciplina aislada, nos dicen que, para enriquecer nuestras comprensiones tenemos que recurrir a la interdisciplina para enriquecer nuestros objetos de estudio, para comprender sus distintas facetas. Por ejemplo, si analizamos la fotosíntesis desde la química nos encontramos con los cloroplastos, la clorofila y la noción de transformación. Si la estudiamos desde la física, nos encontramos con la energía que las plantas acumulan en sus cuerpos y descubrimos cómo el petróleo no es otra cosa que energía solar transformada que los grandes mamíferos tomaron de las plantas hace millones de años. Si la analizamos desde la combustión descubrimos cómo la energía del sol, es la materia prima original que permite una gran parte de los procesos de combustión que definen nuestras vidas diarias, y comprendemos mejor todo lo que se pierde cuando se incendia un bosque. Si la analizamos desde la ecología descubrimos cómo se empobrece la diversidad biológica en las regiones sin plantas. Y si la analizamos desde el urbanismo, nos damos cuenta de cómo la hidroponía podría permitirnos conseguir alimento utilizando esas grandes superficies expuestas al sol que son las azoteas y las inmensas colindancias vacías de los edificios altos.
El estudio de la independencia de 1810, se enriquece si lo vemos desde la política, la economía, la historia de las religiones, la geografía o el comercio. El estudio de la respiración/circulación se enriquece si lo vemos desde la ingeniería hidráulica, la física, el deporte o, me atrevería a decir, la plomería. El estudio de la democracia se enriquece si lo vemos desde las necesidades y los derechos humanos, la política, la equidad, las leyes, la diversidad, la identidad, el tiempo, el diálogo, la deliberación y la ciudadanía. Así podríamos seguir sin terminar nunca. La interdisciplina enriquece todo lo que toca, ensancha los horizontes y abre posibilidades.
El conocimiento es una construcción que hacen las personas, los grupos y las sociedades para comprender mejor la realidad, para relacionarse mejor con ella. No sólo las personas sino también los grupos y las sociedades son sujetos que pueden tener conocimientos.
Puesto que cada persona, cada grupo, cada sociedad necesita construir su propio conocimiento, nadie puede dar el conocimiento a otros. Los amigos, familiares, maestros o colegas pueden favorecer que otros construyan conocimientos, pero no pueden dar conocimientos.
Cuando hablamos de materiales didácticos, lo anterior es fundamental. La función básica de estos materiales no es dar un conocimiento, sino propiciar la construcción de conocimientos. Bajo este concepto, los materiales están más al servicio del aprendizaje que de la enseñanza. Ésta es una consideración aparentemente evidente pero me atrevo a sacarla a la luz porque tenemos una inercia que nos lleva, algunas veces sin que nos demos cuenta, a pensar en enseñanza y lecciones más que en rutas abiertas, preguntas críticas o debates. Los materiales didácticos ponen al centro el aprendizaje a los estudiantes, les dan agencia propia y toman en consideración sus intereses, ritmos, dudas, contextos y procesos.
En general, los materiales didácticos están ahí para que los estudiantes los manipulen, los analicen, les formulen preguntas, los consideren aliados y se relacionen con ellos.
Un material didáctico es un objeto que “contiene” en sí mismo conceptos que pueden ser “decodificados” por los estudiantes que interactúan con ellos. También contiene rutas de acción alternativa, estructura y, en ocasiones métodos. Los materiales didácticos ideales hablan por sí mismos.
Por ejemplo, tres resaques de madera que, a la manera de rompecabezas corresponden, uno a uno, a un marco equilátero, otro isósceles y otro escaleno, permiten a quien los manipula construir las nociones de equilátero, isósceles y escaleno, sin que alguien venga a explicárselas. El estudiante que utiliza estos resaques, aprende estas nociones al manipular el material una y muchas veces, tantas como lo considere necesario. Aprende a través de sus sentidos, con ejercicio de sus emociones y utilizando sus inteligencias múltiples. Es evidente que necesitará llamar a un amigo para compartir sus hallazgos. También necesitará que el maestro se acerque para darle las palabras que necesita (“equilátero”, “isósceles”, “escaleno”) para hablar de sus hallazgos y para celebrarlos.
El maestro que cuenta con éste y otros materiales didácticos puede mantener un diálogo cercano con un grupo de dos o tres estudiantes mientras tanto otro grupo “estudia” los triángulos; otro grupo (que manipula una mesa de agua con objetos) estudia la flotación; otro grupo más estudia el peso (al construir un “móvil” con objetos distintos); un estudiante en solitario construye sus propias tablas de la suma (con la ayuda de muchas barras del 1 al 10); y un grupo más delibera en el rincón de lectura en busca de otras salidas posibles para una narración interesante.
Los materiales didácticos son una especie de asesores educativos que están ahí como si fueran una especie de colegas de los maestros que visitan el aula para apoyar su tarea. Un maestro puede seleccionar o construir materiales didácticos para que los niños, las niñas, los jóvenes o los adultos estudien por sí mismos muchos de los contenidos de aprendizaje que el programa marca para ellos. De esta manera, estará consiguiendo tiempo de calidad para relacionarse con los estudiantes de maneras afectiva y deliberativa.
En nuestros días tenemos un caso ejemplar que comprueba cómo los materiales didácticos pueden propiciar la construcción de conocimientos, habilidades y actitudes por sí mismos y con la interacción de los estudiantes: los programas específicos de las computadoras (Word, Power Point, Adobbe Ilustrador, Messenger. iTunes…). Estos programas se hacen propaganda a sí mismos, responden a las necesidades de los usuarios, resultan atractivos, llevan al usuario de la mano y paso a paso, le permiten formular preguntas concretas, le avisan cuando se equivoca, le ofrecen asesoría, lo remiten a otros apoyos laterales, le permiten experimentar, propician la sistematización de lo aprendido y, además, invitan al usuario que interactuó con ellos de manera exitosa, a conocer otros programas, de la misma o de otras familias, y a iniciar un nuevo proceso de aprendizaje por rutas nuevas y con propósitos nuevos. Nosotros, como maestros podemos generar materiales didácticos semejantes usando papel, audio, video o tecnología electrónica.
En términos ideales, un material didáctico necesitan reunir las siguientes características.

-                 Tener un nombre propio que los estudiantes conozcan.
-                 Contener sólo un concepto clave (comprensible, útil, significable, comunicable) que, sin embargo, presente muchas facetas distintas al estudiante.
-                 Ser resistente, atractivo y apelar a la memoria, la razón, los sentidos y las emociones.
-                 Estimular la interacción y la manipulación.
-                 Sugerir acciones y abrir un abanico de rutas y modos posibles de accionar.
-                 Propiciar la anticipación y las preguntas y suscitar debates.
-                 Favorecer el ensimismamiento crítico y reflexivo (personal y grupal).
-                 Contener conceptos nombrables y utilizables e invitar a la acción.
-                 Invitar a quien interactúa con él a incursionar en el campo de otros conceptos relacionables.

Por otra parte y desde el punto de vista de la administración escolar del tiempo y el espacio, los materiales didácticos tienen que estar disponibles y accesibles a los estudiantes, tienen que estar ahí cuando el estudiante los necesita, cuando desea comprender esa faceta específica de la realidad que el material contiene. Y necesitan aparecer en un contexto normado que establezca las reglas y condiciones de uso que tienen esos materiales.
Los estudiantes necesitan encontrar condiciones para repetir las interacciones con un mismo material todas las veces que lo consideren necesario para conseguir sus aprendizajes.
Los estudiantes necesitan contar con un acompañamiento educativo, cálido y generoso que les brinden el maestro y sus pares, los estudiantes que en la misma escuela estudian otros grados, el bibliotecario y los libros (mapas, audios, videos, discos compactos e internet), distintos miembros de las comunidades locales e interlocutores diversos con quienes pueden hablar los estudiantes a través de las redes virtuales.
Los materiales educativos por sí mismos no son suficientes, la presencia humana, la calidez afectiva, la apertura intelectual, la generosidad, el amor por el conocimiento, la memoria histórica, el deseo prospectivo, la confianza, el ludismo, el grupo y el paisaje mismo son algunos de los elementos que, según nos dicen los epistemólogos, intervienen de muchas maneras concretas y directas en los procesos de construcción del conocimiento.
La producción propia de materiales didácticos
Veamos algunos pasos necesarios para la construcción de materiales didácticos (que también pueden guiar la selección de materiales que ya existen).
1. Primero necesitamos revisar con atención lo que nos marcan los programas nacionales. Necesitamos analizarlos con pensamiento complejo y desde la interdisciplina. Necesitamos estudiarlos a fondo y hablar de ellos con familiares, amigos y colegas para comprenderlos mejor. Los programas son nuestro marco y nuestro compromiso porque gracias a ellos, podemos ofrecer a todas las poblaciones de México una educación que les permita gozar de un derecho fundamental: el derecho a recibir la misma educación básica que reciben todas y todos los mexicanos.
2. El siguiente paso es construir, de manera creativa y original, objetos de conocimiento, al vincular en un solo constructo algunos de los contenidos del programa. Esta vinculación se hace tomando en cuenta el entorno cultural y lingüístico, la coyuntura y los intereses que manifiestan los estudiantes. El estudio de estos objetos de conocimiento no se realiza en sesiones de una o dos horas, como son objetos complejos (formados por distintos componentes que se ligan entre sí), tienen que estudiarse con distintas inteligencias, desde distintos puntos de vista, de manera interdisciplinaria, a partir de muchas acciones diversas… Esto objetos de conocimiento se estudian, según sus características y contenidos, a lo largo de días o semanas. Los grupos pasan una o dos semanas estudiando un tema concreto y específico, desde distintos ángulos y utilizando distintas estrategias, medios y lenguajes.
3. Los objetos de conocimiento se convierten entonces en objetos de aprendizaje, se traducen a estrategias pedagógicas, a propuestas de acción e interacción y se traducen a materiales.
A manera de ejemplo, presento un caso que estamos construyendo en equipo para un proyecto específico. El caso que presento es para estudiantes de primero de primaria que ingresan por primera vez a la escuela y todavía no conocen el alfabeto. El producto que presento está diseñado para ser trabajado a lo largo de una semana.
El objeto de conocimiento seleccionado es “yo”.
Al desligar los elementos que constituyen la noción de “yo” encontramos: yo soy yo, distinto de los otros y pertenezco a un grupo; mi grupo tiene historia propia; yo tengo pensamiento y preferencias propias; yo soy un ser humano y pertenezco; yo digo mi palabra.
Alrededor de este objeto de conocimiento constituido de manera compleja con muchos componentes, proponemos un material didáctico básico: la propia mano, a la que damos vida de la manera que explicamos en los siguientes párrafos.
Yo soy yo, distinto de los otros y pertenezco a un grupo.
Los estudiantes analizan la palma de sus manos, revisan sus líneas y, cuando terminan de hacerlo, comparan sus manos con las de todos los otros para descubrir que no existe una mano idéntica a la de otro, que cada mano es distinta y tiene tamaños, texturas, características y líneas propias que la hacen distinta. Al mismo tiempo analizan cómo todas las manos tiene líneas y cómo todas las manos tienen estructuras semejantes. Al terminar y una vez establecidas las similitudes y las diferencias, los estudiantes trazan sobre papel siluetas de sus manos, las colorean, las recortan y las pegan en la pared (en el lugar que cada quien escoja). Luego, cuentan una a una las manos resultantes y toman conciencia de cuántos niños y niñas son. Entonces, piden al maestro que dibuje y recorte la silueta de su mano y la pegue también. Los estudiantes vuelven a contar todas las manos, ahora con la nueva mano en el conjunto, para tomar conciencia de cuántas personas forman su grupo.
Mi grupo tiene historia propia.
Cada estudiante sale en busca de callosidades en las manos de familiares y  vecinos. Cuando encuentra una callosidad que le resulta atractiva, entrevista al dueño para indagar cómo se formó, al contacto con qué herramienta se formó y qué oficio realizaba quien desarrolló, a través de sus acciones, la callosidad en cuestión. Guarda todo en su memoria y regresa al aula tal vez llevando consigo algunos de los productos que la persona entrevistada produjo con su trabajo. En grupo, da cuenta a sus pares de los resultados de su entrevista y escucha a los otros. El grupo dialoga, delibera y debate.
Yo tengo pensamiento y preferencias propias.
Con crayones de colores, los estudiantes copian, alargan y agrandan sobre un papel las líneas que tienen en las palmas de sus manos. Con el apoyo del maestro, conciben estas líneas como un mapa: las líneas son caminos que cruzan una región imaginaria. ¿Qué hay en las puntas de cada camino?, ¿qué hay a lo largo de los distintos caminos?, ¿por ahí están sus casas?, ¿hay ríos?, ¿hay puentes?, ¿qué personas, qué plantas y qué animales viven en esta región imaginaria? Todo esto lo conversan entre todos. Después, cada estudiante “puebla” su propio mapa, dibuja construcciones, jardines, canchas de juego, sembradíos, vehículos, personas, plantas y animales en su región imaginaria. Al terminar, el grupo entero compara sus mapas, encuentra coincidencias  y diferencias, algunos hacen preguntas, otros ofrecen explicaciones y, juntos, imaginan de manera colectiva haciendo uso de su creatividad y su palabra.
Yo soy un ser humano y pertenezco.
El grupo juega cantos de ronda en los que todos se toman de las manos para formar un “algo” que es más grande que cada uno de ellos, al que pertenecen y que pertenece a todos. En este punto y tomando en cuenta las regiones imaginarias, el maestro puede cantar con los estudiantes canciones alusivas, como por ejemplo, “Ojalá que llueva café en el campo”, que los invita a hablar de colinas, alturas, planicies y sembrados y los alienta a pensar en colectivo acerca de mundos posibles y deseables.
Yo digo mi palabra.
El grupo realiza una asamblea que tenga como objetivo tomar decisiones de manera democrática. En esta asamblea, el maestro explica cómo, en la vida democrática, la mano levantada representa un voto a favor de lo que se está proponiendo y cómo una mano que no se levanta supone un voto en contra. Es importante que, en realidad, se tomen decisiones, que no se simule sino que el grupo decida, a mano alzada, algo que le resulte interesante.
Juego de oca.
El maestro, traza un camino largo y sinuoso formado por numerosas casillas. Luego, entre todos lo “pueblan” rodeándolo con construcciones, personas, vehículos, plantas y animales. Un tema importante que debe someterse a debate es la meta. Son los niños quienes decidirán hacia dónde avanzan por el camino de la oca, a dónde quieren llegar, qué hay en la meta. Entonces, por turnos, los niños y las niñas tiran un dado, cuentan con el apoyo del grupo y el maestro los puntos que marca el dado y avanzan, casilla a casilla, sobre el camino trazado según les corresponda. Como conocen por primera vez un juego de mesa, en el diseño de esta oca no hay casillas que los regresen sobre sus pasos, que los adelanten o que contengan “castigos”. Otra cosa importante: todos tienen que tirar todas las veces que necesiten para alcanzar la meta. Todos, más tarde o más temprano, tienen que alcanzar el fin del camino.
Resumiendo.
El objeto de conocimiento es “yo”, como constructo formado por: yo soy yo, distinto de los otros y pertenezco a un grupo, mi grupo tiene historia propia,  yo tengo pensamiento y preferencias propias, yo soy un ser humano y pertenezco, yo digo mi palabra.
Los constructores del conocimiento son los niños y las niñas, como personas, como grupo y como miembros de una comunidad.
Los agentes educadores son los mismos niños que dialogan de par a par, el maestro que acompaña los procesos, sugiere rutas, marca límites y abre posibilidades, los adultos de la comunidad y, de manera vicaria, la mano misma, como material didáctico con discurso y elocuencia propia.
Éstos son los contenidos estudiados, usando la mano como material didáctico, que corresponden al programa para el primer grado de educación primaria.

-                 Lengua hablada: pronunciación, fluidez en la expresión, comprensión de instrucciones, expresión de ideas y comentarios propios, conversación y deliberación, narración, entrevista. Situaciones comunicativas: “redacción” a través de dibujos e interpretación de dibujos. Uso de la lengua para reportar, recordar, construir argumentos, expresar sentimientos y enterarse de lo que dicen, piensan y sienten los otros.

-                 Matemáticas. Conteo lineal incipiente, suma (al añadir “uno” más a un conjunto); lectura de cantidades representadas por puntos; peso al conseguir equilibrio entre objetos distintos (al preparar los móviles) y aproximación a la balanza; nociones de “antes” y “después”; ubicación del estudiante en relación con el entorno y de objetos del entorno que se relacionan entre sí;  identificación de líneas rectas y curvas.

-                 Ciencias naturales. Las plantas y los animales de la localidad; ríos, montes, valles, colinas; las manos como partes visibles del cuerpo; elaboración de productos y la noción de que, a través del trabajo, el hombre transforma la naturaleza.

-                 Historia. Los cambios que el tiempo ocasionan en las manos de quienes trabajan; oficios de la comunidad y herramientas; el testimonio de los adultos como fuente para conocer el pasado de la localidad.

-                 Geografía. La noción de camino; los caminos unen entre sí lugares, construcciones, familias y poblaciones; los caminos conducen; camino a la escuela; mapa; bienes que se producen en la localidad; relieve, vegetación, ríos, edificios y medios de transporte.

-                 Educación cívica. Identidad; gustos y preferencias; respeto a las diferencias; todos tenemos los mismos derechos; distintos tipos de familias; colaboración; la escuela como espacio para la convivencia; normas como marco para las acciones; reglas del juego; el trabajo y su relación con la satisfacción de las necesidades; costumbres y oficios de la localidad y herramientas de trabajo; asamblea infantil y voto a mano alzada; expansión del aula y la comunidad como asesor educativo del maestro y fuente de información y relatos.

-                 Educación artística. Dibujo libre; manejo creativo de materiales plásticos; manejo de tijeras; expresión de lo propio a través de dibujos; ritmo ronda y melodía.  

De esta manera, con juego, con participación de los estudiantes y las comunidades, expandiendo los límites del aula, con pertinencia y significatividad, en grupo, en medio de preguntas y deliberaciones constantes, suscitando inquietudes, con un enriquecimiento permanente del lenguaje y con libertad, el aprendizaje que se apoya en materiales didácticos puede poner a los estudiantes, a los maestros y a los vecinos de las comunidades locales en una nueva relación solidaria que, además de propiciar la construcción de conocimientos personales y grupales, puede establecer nuevas y más fuertes identidades magisteriales y estudiantiles y nuevos y más fuertes vínculos y tejidos sociales.

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